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Brezhoneg (Bretón) - El bilingüismo en Bretaña (ES)

Aggiornamento: 27 ott 2020


Brezhoneg (Bretón) El bilingüismo en Bretaña - Il confronto quotidiano

Bretaña es geograficamente la región francesa más lejos de Italia. Al oeste del Hexágono y a solo doscientos kilómetros de la costa inglesa, ella nos regala magníficos atardeceres al horizonte del océano Atlántico y, con la ayuda del Sol y de la Luna, también el espectacular fenómeno de la marea alta.





La historia de Bretaña empieza hace muchos siglos: en el Paleolítico y el Neolítico tenemos pruebas de los primeros asentamientos que precedieron el establecimiento de los Celta, población nómada originaria del Oriente y de Europa central. Ellos reconocieron Bretaña, o Armórica, como un lugar muy acogedor y se quedaron, llevando también su propia lengua, llamada Protocelta. Esa es una lengua indoeuropea oral y extinta, que los lingüistas reconstruyeron a través de la yuxtaposición y la sucesiva comparación de sonidos que pertenecen a las lenguas “hijas” (método comparativo).


Una de las características más importantes de los Celta es la organización social: sedividían en tribus estables que avanzaban en grupo. Los Celta que ocuparon Armóricafueron los Redones (Rennes, la capital de la región), los Osismos, los Coriosolitos y los Vénetos. Otras tribus celtas, en particular los Brigantes, los Caledonios, los Hibernos y muchas otras – que llamamos Britanos – seguiron su camino y llegaron a las Islas Británicas y a Irlanda. Con el tiempo, el Protocelta se convirtió en la llamada “lengua britónica” que, en Britania, se dividió en dos idiomas: el Cúmbrico, hablado al oeste y en Gales, y el Córnico, al sur-oeste de la isla.


A final de las guerras romano-celtas, algunas áreas de las Islas Británicas se volvieron en provincias del Imperio y, así como Armórica, que ya hacía parte de la Galia Ludgunense, pudieron preservar su lengua y cultura. Las cosas cambiaron en el 410 d.C., cuando los últimos gobernadores romanos fueron duramente echados por los Britanos y se retiraron. Poco tiempo después, los Celta tuvieron que enfrentarse a otra amenaza, la invasión anglosajona. Tanto los Britanos que hablaban Córnico, como los que hablaban Cúmbrico, se aliaron y se escaparon a Armórica. De la fusión de las dos lenguas nació el Bretón, idioma que todavía existe.





Al comienzo, ambos idiomas, el bretón y el francés, tenían la misma importancia. El primer diccionario trilingüe en bretón, francés y latín, llamado “Catholicon”, fue escrito por el lingüista y sacerdote católico Jehan Lagadeuc en 1464, y publicado en 1499. Esta convivencia lingüística duró solo pocos siglos: de hecho, el francés substituyó casi totalmente el bretón, que se quedó con un grupo de hablantes de día en día más reducido. En 2018, poco más de 200.000 personas hablaban bretón, que entró en el “Atlas de las lenguas en peligro”.


No olvidemos que, cuando en la literatura se menciona el “Ciclo bretón o arturiano”, se refiere a la antiquísima cultura de este lugar, que hunde sus raíces en las leyendas de las Islas Británicas y de Armórica. Este nombre dejó de usarse a principio del siglo X para dar paso al más común “Bretaña”. Cerca de 1100 d.C, el poeta francés Jean Bodel distinguió las mitologías de la época en Ciclo Romano (mitología griega y latina), Ciclo Francés (o Carolongio) y Ciclo bretón - centrado en los temas de caballería, cuyos personajes se dejan involucrar por sentimientos o elementos irracionales como el amor y la magia.


El encanto de esta lengua es indiscutible, no solo por sus orígenes ancestrales, sino también porque incansablemente ha atravesado siglos, esforzándose para no ser olvidada en un mundo que comunica rápidamente y que no deja espacio a regionalismos con el riesgo de sacrificar, en el tiempo, la identitad lingüística y cultural que es la base de cada sociedad.





Benedetta Pitocco




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