ALMODÓVAR Y "TODO SOBRE MI MADRE"
“Todo sobre mi madre” es una de las películas más complejas de los últimos 30 años escrita con la melancolía mediterránea y el colorido vitalismo típico del País de su director, Pedro Almodóvar. Él, ya enfant terrible de la Movida española más profana a caballo entre las décadas 70 y 80 - recordamos "Pepi, Lucy, Bum y las otras muchachas de la pila"- , al fin del milenio fija un nuevo modelo de melodrama, gracias al cual en España se acuñará incluso el término "Almodrama", y que se ganará el estatus de “clásico del cine contemporáneo”.
Madrid: Manuela tiene un hijo de 17 años, que se muere atropellado por el coche en el que viaja una actriz famosa. Manuela decide encontrar al padre del chico, que vive en Barcelona, y que se ha convertido en Lola, mujer transexual. Poco tiempo después Manuela conoce a Agrado, mujer trans, que conoce también a la actriz indirecta responsable de la muerte de su hijo. Ganador del Oscar como mejor película extranjera, “Todo sobre mi madre” es la perfecta manifestación del amor por el arte. Es precisamente a un icono que Almodovar ama - como Bette Davis- que la película se inspira, para contar lo que en otras manos podría llegar a ser (teniendo en la nuca todas sus potencialidades) un melodrama de bajo calibre.

Si la protagonista (Cecilia Roth) es el corazón palpitante de la historia, su "voz narradora" no puede dejar de ser la adorable trans-agrado, la ambigüedad sexual que, paradójicamente, se hace la única verdad posible en un mundo de máscaras y traiciones, porque "Una es más auténtica cuanto más se asemeja a la idea que soñó de sí misma". Su monólogo es el clímax emocional, la cumbre conmovida de este gorgo de pasiones del que no se puede huir. El equilibrio mágico de Almodóvar consiste en dominar este tsunami sentimental con mano ligera, desencadenando la conmoción precisamente allí donde rehuye el patetismo y juega sobre la cresta de la ambigüedad y del grotesco. Un arte para unos pocos, el mismo que - queriendo aventurar un paralelismo musical - brota purísima de los recitales de Marc Almond.
Pedro os transfirió (como la intravenosa que vemos en detalle en la apertura) toda su sensibilidad. Las variables sexuales de género no son para él un problema, sino más bien una fuente de inspiración que logra también mantener a distancia el otro temible riesgo: lo de una altísima referencialidad cinefílica. Es una película cargada de humanidad pero también de sorpresas, que Almodóvar propone a los espectadores. Se trata de descubrimientos que se deben hacer paso a paso con Manuela porque cada uno de ellos, incluso el más arriba de las líneas, aporta una nueva conciencia a los personajes y favorece una empatía con mundos que el director conoce y ama en su compleja contradicción. En Cannes la película ganó también el premio otorgado por el jurado ecuménico.
Allí, al mismo tiempo logra reconciliar Almodóvar en un círculo cerrado y unitario, los reflejos centrífugos que lo conducen ahora a la tradición hollywoodiana, ahora al teatro. Atraviesa, pues, junto con su protagonista, el túnel que desde Barcelona lo lleva a Madrid, y lo prepara para convertirse en madre y padre de la siguiente generación artística europea.
Referencias: Onda Cinema, Mymovies, Comingsoon
Articolo a cura di: Giuseppe Mafrica